Este libro narra la historia de una relación tan intensa como inusual: la que unió a Etty Hillesum, joven judía holandesa que dejó uno de los testimonios más luminosos del siglo XX, con Julius Spier, su maestro, guía, amante y espejo espiritual. Spier, discípulo de Jung y practicante de la quiromancia, fue quien alentó a Etty a escribir su diario. Pero su influencia fue mucho más allá de la escritura. En apenas diecisiete meses, ambos compartieron una relación profundamente ambivalente: una mezcla de amor, deseo, dependencia, aprendizaje y transformación. A partir del testimonio directo de Etty, esta obra reconstruye esa travesía íntima, erótica y espiritual, marcada por la búsqueda de sentido en medio del caos, el desarraigo y la amenaza de la deportación. Es también la historia de una joven que, viviendo sus contradicciones con una honestidad radical, logra trascender la posesión para abrirse a un amor más vasto, más libre y más humano.

Etty Hillesum (1914–1943) fue una joven escritora judía holandesa cuya voz íntima y lúcida quedó inmortalizada en los diarios que escribió durante la ocupación nazi de los Países Bajos. Nacida en Middelburg y criada en una familia culta de Ámsterdam, Etty estudió derecho, lenguas eslavas y psicología. Su vida dio un giro trascendental tras conocer al terapeuta Julius Spier, cuya influencia la llevó a una profunda exploración interior. A través de su escritura, Etty plasmó una evolución espiritual marcada por la compasión, la lucidez y la resistencia moral frente al horror. Murió en Auschwitz en 1943, a los 29 años. Su diario, publicado póstumamente, es testimonio de una conciencia que se negó a odiar, incluso en medio del abismo.

Julius Spier nació en 1887 en Fráncfort, Alemania. Formado inicialmente en comercio, su vida dio un giro radical al adentrarse en el mundo de la psicología, donde se convirtió en discípulo de Carl Gustav Jung. Spier desarrolló un método singular que combinaba el análisis junguiano con la lectura de las manos, práctica que él denominó “diagnóstico caracterológico por la mano”. En 1939 se exilió en Ámsterdam, huyendo del nazismo, y allí ejerció como terapeuta, maestro y guía espiritual. Fue en ese contexto donde conoció a Etty Hillesum, cuya vida y pensamiento marcaría profundamente. Más que un analista, Spier fue un despertador de conciencias, alguien que alentaba a mirar hacia dentro en tiempos de oscuridad. Falleció en septiembre de 1942, días antes de recibir la orden de deportación.